En la época prehispánica, el maíz era el grano más importante, con él se elaboraba una variedad de panes para cada ocasión y tenían diferentes nombres: Huminta, era el que se preparaba para las fiestas; el Tanta para regalos y el Zancu, que se ofrecía a Inti Raymi, dios Sol. El Zancu, un rico pan de maíz, era elaborado por las doncellas del Sol, quienes molían el grano de maíz, lo amasaban y finalmente lo cocían en honor al dios Sol.
Los indígenas y el pan
A principios del siglo XVI, los indígenas consumían panes de maíz, cernían la harina de maíz sobre una manta de algodón para obtener una harina más fina, hasta que llegaron los colonizadores españoles, que trajeron el trigo y los cedazos.
Las esclavas negras e indígenas fueron las que aprendieron de las patronas españolas como elaborar el pan según la tradición occidental y el uso de hornos de piedra o ladrillo.
Surgieron así las mujeres panaderas, quienes horneaban los panes de maíz para el ejército y abastecían a los navíos.
Amasando la historia
Después de un tiempo, a mediados del siglo XVI, con la llegada del trigo se empezaron a amasar los panes, y los conquistadores españoles los impusieron en la dieta de los nativos.
En cada región se empezó a producir un tipo de pan y se multiplicaron las recetas secretas, que han llegado hasta el día de hoy.
Existe una gran variedad de panes, se calcula como 120 clases en el Cuzco, es famoso el pan Chuta.